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  • Foto del escritorToni Navarro

El tiempo no pasa, elegancia y espíritu cuando la Piedad está en la calle

Actualizado: 19 abr 2022

La salida de la cofradía de la Piedad en este sábado santo despierta emoción entre los habitantes de la barriada de San José. Muy recurrente son, durante una Semana Santa, palabras como solemnidad y recogimiento, pero no siempre son tan ajustadas a la realidad como en procesiones como la Piedad de Coria del Río. Su salida y sus recogida en la calle son sobrecogedoras. En profundo silencio, penumbra de intenso luto y un canto que repite un rezo desde la planta superior del templo. Se oyen el crujir de la madera que sostiene las tallas, el pisar de los ciriales y hasta la respiración de los costaleros. Una atmósfera pesada, alejada del fervor, entregada al recogimiento, que invita a agachar la cabeza tras pasar el paso.


Fotografías: Toni Navarro

En uno de sus poemas, el escritor Victor Hugo definió la belleza y la muerte como «dos hermanas terribles a la par que fecundas, con el mismo secreto, con idéntico enigma»; axioma que conecta, de manera involuntaria, con la celebración del Sábado Santo. Pese a visitar nuestro pueblo en la primera mitad del siglo XIX, el autor de ‘Los Miserables’ no llegó a conocer la fiesta, algo que sí disfrutó su tocayo y paisano Victor Postel, quien llegó a calificar de «fabulosa» la riqueza de los pasos, dejando clara su predilección por esta jornada entre todas la de la Semana Santa coriana.


Fotografías: Toni Navarro

La fe o el amor que una persona pueda profesar hacia una imagen nunca debería ser una cuestión a debatir, del mismo modo que no lo es la completa admiración al trabajo de los imagineros o a los que poco antes de su día grande, aquellos a los que no se les pone rostro, se dedican a sacar brillo a la plata de los enseres de sus titulares. Llegamos prácticamente al fin de una semana de emociones, de "pellizquitos" y de ovaciones. Pero todavía queda y en el barrio de San José la ilusión es la misma que el Domingo de Ramos, a pesar de que ya son algunos los labios que pronuncian: "Estoy reventá, ya no puedo más".



Mientras las aceras de la plaza San José se van llenando de muchos niños y jóvenes, la parroquia presenta un gran hermetismo. Como si de una contraseña se tratara, algunos hermanos vestidos de nazareno tocan a la puerta de hierro, tres golpes secos que les permiten acceder a su interior. Los titulares salen de su cofradía en silencio, el mismo que reina ahora entre los feligreses. Una salida medida y discreta para el Señor, que reposa sobre el regazo de su madre. El suyo es un rostro que podría evocar el último aliento de la obra sublime del escultor Navarro Arteaga. Las llagas ya no duelen. El de la dolorosa, a pesar del sufrimiento padecido, inspira cierta interrogación, quizás por el lugar en el que ahora esté el espíritu de su hijo. Bajo sus pies, un pequeño edén de lirios morados y rosas rojas en los bordes del cajillo, que está con gusto decorado con unos medallones plateados de los momentos más importantes de La Pasión. No pueden ser más expresivos.



Mucho se habla de los vencejos en Semana Santa pero en ninguna otra parte se escuchan como en la feligresía de San José cada vez que es Sábado Santo. Porque antes incluso de que la archicofradía de ruán revestida plante su cruz guía en el dintel del templo para iniciar su estación de penitencia, el público ya guarda silencio, como en ‘modo avión’, plenamente consciente de lo que está a punto de contemplar y disfrutar. Piedad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de los Dolores impone su rigor con total naturalidad, sin imposturas, sin exageraciones. Y esas cosas marcan hasta el ambiente.



Se puede afirmar rotundamente que el regreso de las procesiones a la Semana Santa tuvo ayer unas vísperas de lujo en todos los sentidos: muchísima gente en las calles desde bien entrado el mediodía; caras sonrientes y de agotamiento en camareros y propietarios de establecimientos hosteleros. Alguno confesó abiertamente que “sabíamos que había ganas de retomar todo esto pero no esta respuesta masiva por estar en la calle y en los bares”.




Coria del Río volvió este Santo Santo a reencontrarse con su Cristo, en un día cargado de emociones. La salida procesional de Piedad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de los Dolores se ha producido exactamente a la hora a la que estaba prevista. La plaza de San José está hasta los topes, el bullicio es evidente pero desde luego sorprendente, como poco, ha sido el silencio que se ha trasladado a todos sus rincones en cuanto los hermanos de la cofradía han puesto un pie en la calzada. Desde la parroquia de San José, en la cientos de fieles siguieron al paso en su recorrido, que pronto les llevó a las calles más céntricas de la ciudad, por las que desfiló con grandiosidad. Una comitiva llena de pequeños nazarenos, representantes de una nueva generación de cofrades, avanzaba a los miembros de una hermandad fervorosa y paciente, que ha sabido esperar su momento tres años después de su última salida procesional.



Qué mágico es cuando la perfección de una voz y el instrumento que la acompaña parecen sacados de una grabación. Más mágico aún conocer que es una interpretación en directo y ante el paso solemne de Piedad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de los Dolores.. Era la voces El Grupo de Voces Graves "DE PROFUNDIS" junto a la Capilla Musical "CALVARIUM", que le cantaban a la dolorosa.


Ya se ve y se huele el incienso pero aun de la Parroquia no ha salido la imagen de la Piedad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de los Dolores. Es entonces cuando un único ruido perturba la concentración de los asistentes, el brevísimo llanto de un bebé. Instantes después hace su aparición, estrena el cuchillo que atraviesa su corazón de lujosa empuñadura de plata. La imagen da escasos pasos con la mirada puesta en el cielo o puede que hacia un balcón en el que son varias las que la observan.



Las velas aparecen del interior oscuro de la parroquia. Entre la negrura de las túnicas destacan los escapularios. Luce un corazón de vivo rojo en llamas que está ensalzado por un puñal. La historia detrás de ese bordado responde a la profecía del anciano Simeón que cuenta el Nuevo Testamento María le presentaba a él a su hijo Jesús en el templo, lo que despertó las palabras del anciano: "A ti misma una espada te atravesará el pecho". De fondo suenan voces roncas sobre los que se alza una voz más grave que aguda que recita "Los Siete Dolores de María", como su huida a Egipto del tirano Herodes. Justo detrás, son los nazarenos que le suceden los que recitan casi al unísono el "Ave María".


Con un sol espléndido luciendo en un cielo celeste y una temperatura más que agradable, por las calles de Coria del Río se vivieron los primeros momentos cofrades normalizados. El uso de mascarillas fue desigual, pese a las recomendaciones de usarlas en las bullas. Pero todo eran sonrisas y caras de felicidad; de estar disfrutando y de no querer pensar en negativo. La cofradía de la Piedad, una vez salió del barrio, enfiló el camino de Padre Suarez Sosa que desemboca en Pascual Márquez y desde ese punto volver a tomar contacto con Párroco D. José Rodríguez Vázquez, y de allí al Convento de las hermanas Santa Ángela de la Cruz.



La Piedad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de los Dolores.. nos sorprendió. Y no fue solo por el paso nuevo, que es digno de destacar. Fue por su cortejo. Ha crecido en número y en belleza. y su paso es la quintaesencia del cofradierismo; sublime desde el paso hasta el final con el duelo al pie de la maravillosa dolorosa. Todo es de un sabor decimonónico casi perdido en las modas reinantes. Enamora sin duda Es la consecuencia de un trabajo de años en la transformación de una hermandad que pasaba desapercibida ; ahora hay que pararse a su paso y guardar silencio y admiración.



No obstante, la estética es preciosa. Una cofradía para disfrutarla en su caminar pausado, sin estridencias y ante la que el público se silenciaba o pedía silencio. Ayer, Coria del Río volvió a la Semana Santa de siempre. No es de extrañar que sean están imágenes dignas del reconocimiento de una saetera que se deja el aliento en cada nota, el mismo en el que momentos antes se escucharon, a través de un altavoz, unas palabras que seguro cualquiera de los habitantes de la barriada pronunciaria: "Qué orgulloso está el barrio de San José de ubicarte, de sentirte cerca, de sentirte suya". y la gente: felicidad a tope. “¡Ya era hora, coño!”, sentenció alguno.



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