Toni Navarro
El amor de la primavera llegan a Coria cada Miércoles Santo "La grandeza de la Hdad. del Gran Poder"
Fotografías Manolo Llano Sosa./ Quien no conozca la fe que se pase un Miércoles Santo por la Parroquia de Santa María de la Estrella. Dicen que es el día grande, eso dicen, los que saben lo que es el amor. Afortunados. Y son los mismos que conocen la cara oculta del querer. Tres años sin pasear de la mano por Coria del Río es una eternidad. Así de simple. Así de sencillo. Eso sí, si cabe. Que eso ya no es tan sencillo. En Coria del Río, la fe y los milagros van de la mano. Cuando el Gran Poder y la Virgen del Carmen pasa por el arco. "Justo, justo", decía un turista ladeando la cabeza. Y tras escuchar la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús del Gran Poder se hubiese tenido que santiguar ante tal barbaridad. Coria del Río tuvo a dos flores dibujando la primavera. ¿O quizá fue al revés?. Sí. Fueron primaveras que dibujaron las flores. Ahí muere Coria del Río. De amor. Porque volvió lo que nos robaron. Y ahí estuvo el milagro. Gran Poder y Virgen del Carmen. Virgen del Carmen y Gran Poder. Dos amores para los enamorados.

Tras 1.092 días abren las puertas de la Parroquia Santa María de la Estrella, cabía todo el mundo y no cabía nadie más. El Miércoles Santo en Coria del Río es posible lo imposible. Y el corazón late y se para al mismo tiempo. Algo tendrá. Allí donde el morado reina en un monte de flores de colores y la cera se consume entre faroles. Allí donde una lágrima se desliza más rápida que el tiempo y la garganta se atraviesa por momentos. Allí, en la Plaza dela Estrella, Coria del Río sale al encuentro del Gran Poder y Virgen del Carmen sin mediar palabra. Pero algo tendrá. Allí el viento se concentra en mecer con templanza una túnica que aguanta la emoción del momento. En la Plaza cabía la nostalgia de poder congelar el tiempo. Cabía la añoranza del recuerdo, Una ingente manifestación de fe y devoción popular.

Son cuarentas y nueve años desde su primera salida procesional. Cuarenta nueve de la devoción a quien reza caminando sin levantar un palmo del suelo. Cuarenta y nueve desde que el Gran Poder alumbrara el camino de los corianas/os. Desde que la razón asentase el tiempo y aflorara los sentimientos.

Cabía un mundo entero en la parroquia de Santa María de la Estrella. Cabía la ilusión, las ganas y el amor. Cabía un cortejo que agranda la sonrisa de Coria del Río cuando cruza sus calles aterciopeladas. La Antigua Hermandad de Jesús Nazareno y Cofradía de Marineros, Fervorosa Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora del Carmen hacía un canto a la elegancia. Recorrió sus calles con el recuerdo de cuarenta y nueve años en el tiempo y todavía con toda la historia por contar. El Señor de Gran Poder acortó su distancia centímetro a centímetro, sin mirar el reloj, y con la Banda de Cornetas y Tambores de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder deleitando un camino plagado de incienso con aroma de ternura y de consuelo.

La devoción esperó en cada esquina, en cada calle, con el murmullo de los fieles en busca de alabanzas y promesas. Gran Poder cumplía cuarenta y nueve años y queda todo por contar. La cofradía cerró una rebosante y renovada Carrera Oficial. Un poquito más larga. Un poquito más para llorar en silencio ante Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.
Quien no conozca la fe tan solo tiene que mirarle a los ojos a la Virgen del Carmen. Y que consiga salir de ahí. Hay gente que vive en un Miércoles Santo permanente. Bendita locura. Que es exactamente lo que ocurrió ante una Coria del Río abarrotada con el corazón dividido.. Coria del Río es la casa de la Virgen del Carmen. Ahí es nada. Y cuando pasa la marinera se acabó lo que se daba. Pestillo al corazón.

La Virgen del Carmen no tuvo sitio ni el letrero. Era Miércoles Santo en Coria del Río tres años después. Y cuando la que pasa es la Carmen poco más hay que hablar. Más allá de un palio que se renueva, cuando la que pasa es la Carmen sobra todo lo demás. El recorrido fue una olla a presión de devoción. Cuando la que pasa es la Virgen Carmen de Coria del Río no es ni medio normal. Es una barca marinera que no quiso dejar de soñar. Es de plata y ribereña. Y la travesía fue darle rienda suelta a la sin razón. Que tan solo hay una tarde para morir de amor. Expirando por delante iba Jesús del Gran Poder. Imponente. Sin dejar de ver ese cielo azul noche que es un manto de amor y devoción.

En el regreso no se paró el tiempo porque no existió. Todo quedará en un sueño. Todo quedará en las historias. Todo se podrá contar. Algo tendrá el Gran Poder para que el coriana/o camine de espaldas para poder verlo de frente. Algo tendrá Gran Poder para que todo suene a melodía eterna. A sencillez. A añoranza. Gran Poder volvió de morado y lo hizo para quedarse en el corazón de los corianas/os. Qué caprichoso es el destino. Qué bendita casualidad. El pueblo volvió a llenarse de enamorados. Miércoles Santo una vez más. Son los amores de la primavera. Son las flores de nuestro jardín. Son los milagros de Coria del Río. Justo ahí. Donde viven desde hace cuarenta y nueve años.