La Voz de Coria
Abel Moreno, la hora de los honores
Actualizado: 24 ene 2022
El Ayuntamiento debería dedicar una calle al prestigioso compositor, que sería un dignísimo hijo adoptivo de la ciudad a la que ha dado todo

Abel Moreno (Encinasola, Huelva, 1944) tiene lo más difícil de lograr en Sevilla cuando se llega de fuera: la integración natural y el prestigio. Le faltan los honores de una distinción y una buena calle. Es una alegría que el programa El Llamador que dirige Francisco José López de Paz en Canal Sur Radio le conceda su galardón anual. Todo un acierto, porque es la hora de que este músico militar reciba el afecto de una ciudad, de un mundo de las cofradías, a la que se lo ha dado todo y de incuestionable calidad.
Con tal propósito se le han dedicado varios artículos y entrevistas en este periódico a lo largo de los años. La última, muy completa e ilustrativa, firmada por Pablo Lastrucci en la edición digital y en la de papel. Moreno tiene una calle dedicada en tres municipios de España: Alcalá de Guadaíra, Encinasola y la localidad zaragozana de Magallón, donde nació su esposa. Pero en Sevilla parece que sólo los periodistas le hemos dado el sitio. No queremos imaginar que la causa de que no sea ya hijo predilecto o de que no posea la Medalla de Sevilla sea porque es teniente coronel de Ejército de Tierra. Es un señor sencillo que jamás ha ido trepando para lograr medallas ni forzar reconocimientos. No ha dejado de ser nunca un militar recio, disciplinado y con fama de cuadriculado y serio, poco dado a cambalaches. Las obras de Moreno son la banda sonora de las Semanas Santas de nuestras vidas. Crecimos, aprendimos y vivimos la Semana Santa con la música del que siempre será el comandante Abel Moreno por mucho que ascendiera y acabara en un destino de relumbrón en Madrid. Igual que en Sevilla el jefe de la Fuerza Terrestre es y será siempre el capitán general, don Abel en esta ciudad será siempre comandante y al mando de la banda del Soria 9. Cómo no recordar aquellos discos de Pasarela. La primera vez que don Abel grabó con esta discográfica llegó a Sevilla en avión. En el aeropuerto estaba esperándolo el maestro Manuel Marvizón.
Las marchas de Moreno han cosechado tal éxito que el pueblo las ha hecho suyas. A quien tanto ha trabajado por la belleza de la Semana Santa, a quien ha ayudado a alcanzar a Dios por la música, casi lo dejan un año sin el mejor legado que podía recibir tras décadas de trabajo: mantener sus dos sillas en la Campana para contemplar cómo se acercan los pasos de palio a los sones de ‘La Madrugá’, ‘Soledad Franciscana’, ‘Virgen de los Estudiantes’ o ‘Hermanos Costaleros’. Al escribir sobre Moreno recuerdo al cofrade Juan José Caravaca, que siempre nos respondía con el mismo comentario cuando elogiábamos lo bien que habíamos visto a su padre: “Sí, tiene esa elegancia y sencillez propias de un militar de alta graduación ya retirado, ¿verdad?”. Hoy recuerdo esa descripción tan acertada cuando me entero del justo reconocimiento a quien nos enseñó a amar la Semana Santa a través de la música. Un señor elegante por sencillo.